Paradoja:

Lo insinuado en los mails y lo excitante del agite tienen sentidos separados PERO versan acerca de la misma CampoTraviesa. Invitar a una CampoTraviesa no podrá ser nunca un anuncio de cómo va a ser, pues es un algo presencial, fundamentalmente vivo. Habrá que intuir a traves de las escuetas y juguetonas invitaciones. Que cada vez está mejor es un comentario que tanto nosotros como la asistencia afirmamos. Por muchas razones. Pero quizás justamente de la mano de ese desarrollo es que se enrarece y vuelve cada vez más un indecible.
Ahora bien, para aquellxs que insisten en que NO ENTIENDEN de qué se trata, o aquellxs que habiendo ya venido a alguna, no intuyen cómo o hacia dónde va girando, les hacemos aquí un paso a paso que no dice nada, pero que dispara vagas imágenes orientadoras.
Esto puede darse ahora sólo a condición de que sea, como lo es, fuera de la relación con la espectativa que generamos, y sólo porque describimos lo ya sucedido y no se confundirá en modo alguno la experiencia con el relato. CampoTraviesa 5 y 6 han sido tan ricas que no nos alcanzaría la prudente extención de un mail para contar algo. Vayan algunitas chispas hacia los cuatro vientos para decantar unas sensaciones residuales a las que no se pueda apelar textualmente (la próxima será ya distinta y muy lejana a éstas), con el valor de mentirnos mutuamente que sí existe la comunicación y que así por internet usted puede enterarse de algo por unas meras palabras. Si todo anda bien, y esta mentira es mutua (si la creemos por un instante) nacerá un imaginario paralelo al del evento y será el caprichoso encuentro de coordenadas precisas (los hechos, como los de los historiadores) y un misterio que juegue como a ud más le sirva.

Usted llegaba -si llegaba- y una explicación lo recibía al entrar. Más breve de lo habitual (aunque nunca tanto). Aquí, el ojo avispado notaba un trabajo de nuestra parte hacia "entender" la cosa jugándola y apelando a decidir y manejarse, mientras tanto, por intuición. Usted se enteraba de los nombres de las tres habitaciones que conformaban el circuito y elegía, también, uno (para empezar) entre tres menús para su posterior ingesta: omelette, ensalada de frutas o pizza. Recibía entonces una (1) pieza con el dibijo de un (1) ingrediente de los cinco (5) que conformaban cada receta. De allí usted pasaba, previa colaboración monetaria, al Brevedero, bar bastante al paso, donde estacionarse un momento si quería tomar algo y acorajarse para entrar al Laberinto Vivac (sic).
Pasadizos precarios e inasistidos (vivac), con sin-salidas y accesos a niveles de distinta perspectiva, sin más allá que el perderse un poco antes de empezar. Este laberinto vacío de conflictos era un ejémplo unívoco de sí mismo, de un mero laberinto (de ahí lo de "sic").
Llegaba entonces usted, al mismo tiempo que alguien más o no, al "pasillo exterior", como quien se va adentrando de a poco en el monstruo que lo tragó. Al abrirse el ingreso a un "pasillo interior" despejado usted entraba sola, dejando todo apoyo gregario, social, amistoso (vamos: el lugar común) detrás de la primer puerta cerrada. Este Jol de No-estar también recibió el nombre, el día viernes, de Del Flash Permanente Fulminante porque tal vez a laguien le sugiriese al leerlo que había que venir predispuesto (y provisto) para flashear y porque dos brutos quarzos de 500 wattios agregados a la luminaria del martes hacían más indeseable la estadía e insistían en tratar no efectista ni consumistamente la habitación a elección para mantener allí un alerta perceptual permanente.
Con el apremio psicológico de los Overoles, vigías de la buena prisa en el repartidor, usted entraba a una (1) de las tres (3) habitaciones las cuales llevaban los nombres de Mirando al Filmamento, Pese al Cepo Ceden las Poses Espesas y la Mano Kermese las Cosas. Si usted lo requería se le daban ciertas orientaciones para que usted entrara a la que le fuera más afín, y si no usted elegía a pura nariz, influida por el nombre, algunitos datos escritos en la puerta (cerrada) de cada una, y por ruidos u otras emisiones sensitivas que irradiaran.
Usted entraba, por fin, a una de las habitaciones con la consigna de curtir lo que allí hubiese, de recorrerlo, de sumergirse en su ambiente, de dejarse pintar por sus colores. Una más azulada, otra más verdeciente, la otra más rojácea.
Aquí, donde la cosa empezaba de veras, con su primer estadía es dónde el buen tino o la perversidad frena nuestro relato. Qué sucedía dentro? Volvemos a las palabras que huyen. Baste decir que una habitación era muy de mirar al techo audiovisual multisimultáneo, tirado en colchones al suelo con visiones sorprendedoras que mal se asimilaban debido a su cantidad, pero sin nada que atentase contra la comodidad del individuo en lo que respecta a lo corporal. Otra habitación, muy de fiesta, chingui chingui, luces disco, más pequeña, tenía condicionantes del movimiento (cepos) mediante los cuales usted, si lo lograba, podía jugar un poco más y sobretodo distinto que si estuviera en código o pose bolichera. Tocaba moverse, tal vez, menos dueño de uno mismo, por estar ligada por una extremidad a sogas o similar que iban de una a otro de los habitantes. Podía percibirse un "juntos" inusual, extracotidiano. Increcientes explosiones de furor si comparamos con el calmo remanso con sólo una leve superficie de excitación de la anterior habitación. La otra era muy poblada de kits de objetos con los cuales entrar en composición. Cada uno de ellos configuraban un tipo específico de cuelgue y usted usted sintonizaba cierta faceta y se lanzaba al juego o a la exploración lenta y curiosa o compartida y hábil o etc. También, cómo no, sucedían claras alteraciones en la lectura que usted hacía de los objetos y, resignificados, hacían de cima o vertiente desde la que corrían torrentes de micro acontecimientos, pequeños encuentros entre percepción, mano, cosa, uso, (sin)sentido, tropiece. Una Máguina de Interpretar iba escribiendo, en semejante ambiente sobreestimulado de planos y cruces, ciertos diálogos entre la arbitrariedad y el asombro, entre movimientos y observación.
Cuando iba al baño, usted podía escribir algo que no buscara respuesta para dejar en el mar (bañera llena) de los Mensajes Enfrascados.
Si a ud le empezaba a picar el bagre y se le daba por acordarse de su pieza de rompecabezas del menú que había elegido al llegar, corroboraba si allí mismo había alguien que fuera de su misma comida y escribían mensajes de búsqueda del resto de los ingredientes que estarían en otra habitación. Estos mensajes salían de las habitaciones hacia el pasillo de tránsito para ser pinchados en las carteleras de las otras habitaciones por el mensajero o la mensajera que salía de la habitación en la que usted estaba (pero sólo cuando estaba vacío, pues nadie se cruzaba, idealmente, con nadie en el pasillo), y que traía también de la cartelera propia los mensajes que de las otras habitaciones habían escrito para la suya. Usted podía ocasionalmente ocupar ese papel de ser el/la que saliera de correo, pero eso implicaba desconectarse del adentro y perderse los sucesos permanentes. Los que se sumergían en la dinámica de flujos, interrumpían, a veces, brevemente para escribir o leer un mensaje del exterior. Los que hacían de correo, con una pata dentro y una fuera, a veces no volvían -y cedían su poder/responsabilidad/ocupación a alguien entregando su porta-mensajes, que volvía a la habitación a la que pertenecía- y se dirigían a otra habitación a piacere para, ahí sí, dejarse atrapar por la propuesta que allí rodaba. A veces un mensajero conflictuado o extenuado, con necesidad de aire o de un cambio se acercaba al armario titulado Escapismos de Pasillo para renovar las ganas de seguir (y entonces encontraba algo con lo que regresar cambiado, o con regalos a la habitación) , para descansar del encierro (y entonces usaba la Máquina de Pasear, o símil TVcanal- new age-de-paisaje-bello que algún mini sustituto de usted recorría movido por el verdadero y por un momento olvidado usted), o para transportarse, en casos extremos, usando la Máquina del Lugar a otra habitación de la mano de algún/a simpático/a habitante de ésta.
En términos generales usted no se enteraba hasta después después de cómo eran las otras habitaciones. Usted exploraba a fondo, salvo que una gran ansiedad lo llevase a apurarse, pero las pasiones tristes son un riesgo latente que no nos convocan a escribir. Tampoco sabía usted quiénes más ni cuántos había, y los iba encontrando en los cambios de ciclo, de sopetón y sorpresa.
Desde su habitación usted se iba enterando de en dónde estaban los que completaban su menú u otras cosas de su interés.
Una vez localizados mutuamente todos los componentes, si había ganas de comer, se daban cita en la Máquina de Cocinar para preparar lo correspondiente. Se encontraba usted con los otros miembros del plan de morfi, que ya había conocido por mensajes, cocinaban y, dejando libre y limpio el lugar para los próximos, se instalaban en el Fagocitorium a comer y charlar. En cualquier momento, desde las habitaciones o desde cocina o comedor usted podía pedirle a algún personaje de overol que siempre circulaba (pues estaba jugando al juego de organizar y hacer funcionar) amabilísimo y simpatiquísimo (aunque muy observante de las consignas (pero también atento a satisfacer cualquier necesidad)) que le trajera de beber allí donde usted estuviese.
Para placer de la digestión o también si usted no estaba con ánimos de cocinar y lo dejaba en manos del resto, podía usted meterse en la alacena Conferencia o Comunicado Despensa, lugar acojedor e íntimo, donde dejando fuera tanta cosa usted se sentaba a escuchar un texto o a leer un audio que podía ser un selecto e inquietante cuento o ensayo de autores diversos. O se metía usted en el Balneario Marlenisse, playa, arena, olas, etc., que recibe ese nombre en honor al desagravio de una hipotética mucama peruana que otrora, cuando se construyó de la casa que nos hospedaba, "ellos" planearon que viviría allí para servirles jornada completa.
Usted luego, si quería, podía volver un rato, laberinto atrás hasta el bar para elegir otro menú (tal vez si había usted comido salado, ahora elegía dulce, o viceversa) y regresar para elegir otra habitación e ir explorando otras posibilidades de recorrido.
Las circulaciones habidas fueron reales, concretos homenajes a las estadísticas difusas, a los flujos en fuga, eso que uno dice "infinitud de posibilidades", de entrecruzamientos, de aceleraciones y lentitudes, encuentros (humanos, objetuales, simbólicos), asombros, conflictos, momentos...
Hasta aquí sólo la estructura gosso modo de estas, las CampoTraviesa 5 y 6 al hilo en Tinogasta, las cuales, pese a su titánica construcción y preparación (mecánica y temporalmente hablando), siguen el berretín de lo efímero, de lo transitorio, de lo no convencional, de la joven muerte punk.

Podemos dar más pistas. Ser más explícitos.
Total, que la contundencia de lo sucedido, incólume.
O mejor: nos atribuimos el hechizo por el cual lo sucedido produce las focalizaciones que siguen (y lo sucedido, incólume):

Hacemos arte efímero, pero lucramos con la foto:

1) Espacio: La Mano Kermese las Cosas.
Cuadro: Dos que juegan pelota-paleta. Uno que los invita a pispear lo producido en la Máquina de Traducir.
2) Espacio: Pese al Cepo Ceden las Poses Espesas. Su puerta.
Cuadro: Sus 5 habitantes la deshabitan. Migración, vaciamiento y dispersión.
3) Espacio: Mirando al Filmamento.
Cuadro: Dos absortas en esquinas distintas de un mismo techo, desoyendo reclamos ansiosos que quedaban sin recojer en la cartelera
4) Espacio: ÑB o WC.
Cuadro: Una que antes que nada se toma el tiempo necesario, se fabrica intimidad y deja flotando un mensaje enfrascado, muy de altar.
5) Espacio: No Relevado.
Cuadro: Uno que se encuentra una llave y se autoatribuye pasaportes y salvoconductos.
6) Espacio: Escapismos de Pasillo.
Cuadro: Una, claustrofóbica declarada, duda acerca de utilizar -o no- la máquina del lugar. Me asusta pero me gusta.
7) Espacio: La Mano Kermese las Cosas
Cuadro: Algunxs que refuncionalizaron todos los kits para componer arquitextura.
8) Espacio: Mirando al Filmamento.
Cuadro: Tres que, a ojos cerrados, ronquido y cucharita, se daban otras proyecciones.
9) Espacio: Balneario Marlenisse
Cuadro: Cuatro que convocaron unas nubes, y ahí nomás hicieron aparecerlas.
10) Espacio: Laberinto Vivac (sic)
Cuadro: Uno que se instaló en un rincón delicadamente y devino gato, mientras a otro la falta de finura le dejó honda huella en su cabeza.
Solemos intentar ser elegantes. Mostrar o mejor decho dejar entrever nuestros errores quedando bien parados. Errores que nunca nos saben a frustración, aunque a vecs sí a derrota. Errores asumidos de antemano que estarían. Pero que no por ello pierden presencia. Errores que son parte fundamental de toda experimentación fuera de lo ya formulado, de lo ya conocido.

Ahora puede ser momento de ser más transparentes, menos disfrazados. Por un momento.

Ninguna tristeza.

Perdimos plata. Eso es poco serio, pero sobretodo poco sólido. Esto amenaza, más aún que hasta ahora, remitir nuestra actividad a la esfera del ocio, aquella que uno garantiza a costas de un trabajo "productivo", remunerado, que sea el sostén económico de aquello primero que es LO QUE QUEREMOS HACER.

Y a la vez, esto viene cada vez mejor.

Nos encontramos en un desequilibrio atroz y maravilloso.


Ya que esto es tan largo, por qué no lo imprime usted (50 guitas) y lo lee en el bondi y luego lo pasa a alguien más que le pueda conmover algún átomo? Será ya muchísimo.


Hasta la próxima.

CampoTraviesa, turrismo a ventura.



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